Molina de Aragón está bordeada por las aguas de río Gallo, que pasan lamiendo las paredes del molino, fuerza motriz, en otros tiempos, de toda la maquinaria que precisaba la industria harinera. Lugar envidiable para un sosegado reposo en el que el canto de los pájaros, el susurro de viento y el alegre rumor de las aguas serán los únicos sonidos que rompan el silencio del lugar. Un relajado paseo por sus praderas nos permitirá contemplar en su esplendor el castillo y el alcazar; observar buitres, águilas, pequeñas rapaces, urracas, córvidos. Según la época del año podremos ver multitud de florecillas típicas del Alto Tajo, degustar la zarzamora, las endrinas, las guindas y las ciruelas silvestres.